‘EN VOZ BAJA, LA FORMA DEL ESPÍRITU’, EN EL MUSEO DIOCESANO DE SAN SEBASTIÁN

10/03/05 al 30/04/05
El Museo Diocesano de San Sebastián presenta las obras originales del libro-álbum ‘En voz baja’, escrito por Miguel Chavarría e ilustrado por Alfredo Bikondoa. La expo se completa con la reciente obra de gran formato del artista.

 

Alfredo Bikondoa, la forma del espíritu, por Juan Pablo Huércanos

 

La contemplación del arte lleva consigo la exigencia de una nueva posición, de una renovada ubicación personal ante la realidad mostrada. El arte, entendido en su concepción más esencial, menos artificiosa y social, impone con rotundidad una manera de ser mirado y contemplado. Obliga y provoca una parálisis temporal del pensamiento, impedido ante su incapacidad manifiesta de recurrir a la memoria o la razón para ubicar esa mirada ante las nuevas realidades expuestas.

 

En el tránsito de ese reflejo involuntario se mueve el trabajo creativo de Alfredo Bikondoa, en continuo proceso de búsqueda de los factores capaces de provocar esa conmoción interna, necesaria ante cualquier proceso de revelación. Pintar es una manera de desarrollar la conciencia que ha de relacionarse con la realidad última, asegura Bikondoa y la resolución formal de este paradigma vital es su trabajo creativo: sus cuadros, objetos y esculturas. Indiferentes al formato, al material; sólo pendientes de la rigurosa armonía interna que rige sus designios estéticos.

 

Precisamente, de la imposibilidad de enfrentarse a lo desconocido a través de lo conocido, del fracaso constatado y confeso de apelar a la razón para culminar el hecho creativo surge la energía que mueve los trazos de la obra de Bikondoa. Que articula así su particular manera de relacionarse con el mundo, mostrando sus pequeños contenedores de pensamiento y emoción.

 

En esta ocasión, todo forma parte del mismo propósito y el trabajo comprende un conjunto sin articulación evidente, pero que remite a la idea de ensayo constante. Un devenir continuo en la construcción de espacios irracionales en busca de armonías y equilibrios comunicantes, en el viaje hacia la plasmación de verdades ocultas bajo las capas de pintura.

 

La formación del trabajo de Bikondoa indaga así en los factores claves que propician esa contemplación. Formas esenciales que rozan lo geométrico, texturas poderosas con espacio para la profundización, colores vibrantes que irradian una energía leve y constante y un entorno de pintura silenciosa situada al margen de la temporalidad, ubicada en medio de unas formas que merecen ser traspasadas, en una resolución estética que incluso adopta la configuración recurrente de puertas que demandan ser atravesadas.

 

Esa búsqueda de la levedad expresiva, de la utilización de elementos pictóricos silenciosos, de la persecución de lo esencial como paradigma expresivo, y del alejamiento de cualquier elemento narrativo, descriptivo o tomado de la realidad, sitúa constantemente la pintura de Bikondoa al borde de la nada. Sólo se sujeta en la forma de unas formas capaces de esconder respiraciones invisibles. Que acechan, expectantes. Formas arquetípicas, carentes de artificio. Naturalezas muertas del espíritu